Lunes, 8 de noviembre de 2010

Conferencistas: Maestro Miao Tsan y J.Pittman McGehee

Recepción: 17.30

Inicio del programa: 18.15

Firma de ejemplares: 19.15

Lugar: Rice University

Herring Hall 100, Houston, Texas

Para obtener más detalles, haga clic en el enlace del folleto: Folleto Boniuk

Hace falta mucho coraje para enfrentarnos a nosotros mismos ya que es un proceso doloroso. Pero para liberarnos de un sufrimiento infinito, ese es el camino que debemos tomar. Aquí, el Maestro Zen Miao Tsan nos revela por qué debemos hacerlo y de qué manera lograrlo.

“El hombre sufre incesantemente en la vida a causa de sus propios hábitos mentales. El alivio del sufrimiento sólo puede provenir del punto de vista correcto: debemos entrenarnos para destruir la falsa percepción del “yo” que se desarrolla debido al pensamiento habitual y al apego a nuestros propios pensamientos.

La vida es el campo de batalla de esfuerzos individuales, por eso es preciso formularse algunas preguntas: ¿Estamos listos para vencer a nuestros apegos? Estamos preparados espiritualmente, en el verdadero sentido de la palabra, cuando estamos dispuestos a enfrentar nuestros propios problemas, es decir, que el origen de todo está en la mente. La unidad entre la esencia y la función es la Verdad, que es universal. La persona que está que está dispuesta a efectuar un cambio es la que ha aceptado este punto de vista, porque sabe que el único camino verdadero es reconocer que todo lo que ocurre es una manifestación de la mente. Esta persona tiene la capacidad de distinguir la esencia de la situación en lugar de procurar impedir que las cosas ocurran.

La presencia de dificultades en la vida muestra que el camino de los apegos ha llegado a una vía muerta. Debemos enfrentar nuestros obstáculos y dirigir nuestro pensamiento hacia nuestro interior, contemplando profundamente la realidad de nuestros problemas u obstáculos. Debemos ser capaces de cambiar hábilmente nuestros propios pensamientos mientras nos guiamos a nosotros mismos para descubrir la salida de la difícil situación en la que nos encontramos”.

¿Dónde está nuestro verdadero hogar? El verdadero hogar no es la casa física en la que vives. Es el verdadero yo dentro de cada uno de nosotros. Es el precioso diamante que todos poseemos, pero del cual nos hemos olvidado completamente, hasta que un día nos preguntamos sobre el propósito de la vida o para qué estamos aquí. Primero, comienzas a descubrir lo que falta. Y luego descubres un hecho que produce temor: ¡Mi Dios! ¡Ni siquiera sé quién soy!

¿Cómo puedes descubrir tu verdadero yo? Hemos estado alejados de nuestro hogar durante tanto tiempo, ¿cómo encontrar el camino de regreso a casa? Afortunadamente, el Maestro Zen Miao Tsan nos provee de un mapa.

“El propósito de la educación en el Zen consiste es permitirnos regresar a nuestro verdadero hogar, a nuestra naturaleza primordial, la Mente Pura donde la vida es eterna y la mente y la materia son uno. Sólo en este hogar verdadero podemos convertirnos en el amo de nuestra propia mente y de nuestros pensamientos. Para lograr esta meta, se necesita realizar una práctica diligente para dominar los pensamientos errantes y habituales y para detener nuestro apego al mundo fenoménico.

“Cada gota de agua contiene el sabor de toda el agua; cada momento contiene la señal de toda la existencia”. Esta es una profunda verdad. Todos los que practican el Zen deberían concentrar su atención en entrenar la mente, a cada instante, para erradicar el patrón inconsciente con que opera la mente y el apego a sí mismo, porque la Mente ya posee toda la sabiduría.

Para los que la practican, la meditación es un medio para transformar los apegos y para desarrollar una vida y relaciones pacíficas y armoniosas. La manera más concreta de aplicar la educación Zen en nuestra vida es utilizar correctamente la meditación para transformar los pensamientos habituales y engañosos y lograr un nivel elevado de atención plena en la vida diaria. Es muy efectivo para clarificar la esencia de los problemas de la vida y para cambiar el curso de la misma para liberarse de la existencia cíclica del falso “yo”.